El presidente de los Estados Unidos ordenó crear un plan estratégico para que exmilicianos reciban ayuda ante el incremento de suicidios; por otro lado, abusa del poder económico, político y armamentista de su país.
El pasado 23 de mayo la cuenta de Twitter de la Armada de los Estados Unidos emitió un mensaje en el cual el soldado de primera clase, Nathan Spencer, relata cómo el hecho de haberse enlistado ha influido en su vida. El tuit es acompañado por los hashtags #WhyIServe, #KnowYourMil y #ArmyValues, con los cuales se hace alusión al orgullo que representa el hecho de ser parte del ejército.
«¿Cómo le ha afectado el servicio?», es la frase que acompaña dicho video. En los comentarios, familiares y amigos de soldados que sirvieron a la Armada durante la Guerra de Vietnam (1955-1975), de Afganistán (2001) y de Irak (2003-2011) contaron historias de cómo temen por la salud mental de sus seres queridos tras servir para el ejército, o bien, el contexto en el que sus allegados se suicidaron ante el aturdimiento causado por los recuerdos de combates.
De acuerdo con cifras proporcionadas por el mismo Donald Trump en un evento celebrado en la sala Roosevelt de la Casa Blanca en el mes de marzo, más de 6 000 exsoldados se suicidan anualmente; la tasa, según dijo, incrementó tras el atentado contra las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001. Esta es «una tragedia de proporciones asombrosas», dijo aquella vez.
Y es que desde dicha fecha, el número de veteranos que se quitan la vida ha ascendido 32 por ciento, lo anterior según lo dicho por el Departamento de Asuntos de los Veteranos (VA, por sus siglas en inglés). Actualmente, se registran al día al menos 20 suicidios y, de ellos, el 67.9 por ciento se realizan con armas de fuego; 10.2 por envenenamiento; 17.2 por asfixia y 4.7 con otros recursos, esto en hombres; en mujeres, el 40.5 por ciento lo hace con armas; 32.3 con veneno; 20.2 por asfixia y 7 por ciento con otros métodos.
«En la guerra ves cosas que la gente no debería ver. Ves a tus amigos muertos y heridos, matas a gente, vuelas edificios y al volver a casa tienes que hacer vida normal, pasas enseguida de un extremo al otro», declaró el mayor en la Guardia Nacional, Jason Secrets, quien combatió en Irak.
Actualmente, Donald Trump no cede ante las hostilidades en contra de Irán, México, Corea del Norte, Rusia, Venezuela, etcétera; empero, firmó una orden para solicitar a distintas instancias de su Gobierno desarrollar un plan que permita brindar a poyo a los veteranos y minimizar la cantidad de muertes por suicidio.
Eventos deportivos han servido en los últimos años para demostrar de qué está hecho el nacionalismo estadounidense, en ellos vemos banderas ondeando, sentimiento y emoción al interpretar el himno y una pequeña muestra militar. No obstante, frases acuñadas recientemente por el presidente de dicho país sirven también como un impulso para enaltecer la ciudadanía de EUA.
En ese contexto es que veteranos de guerra salieron a la luz y recaudaron fondos para construir el muro fronterizo entre México y Estados Unidos, todos ellos declarándose abiertamente como simpatizantes de Trump y, por ende, de las frases «America fist» y «Make America great again».
De esta forma es que un muro de aproximadamente 1 600 kilómetros de longitud fue colocado en la frontera con Ciudad Juárez, Chihuahua, en donde los exmilicianos que hacen suyos los embates del magnate contra México se enorgullecen por decir: «Esto no es Europa, esto es Estados Unidos, nosotros protegemos nuestra frontera. Este (muro) es el primero privado».
La iniciativa fue de un veterano de guerra llamado Brian Kolfage quien, como signos de guerra, tiene tres amputaciones. Su organización antimigrante, We Build The Wall, recaudó aproximadamente 23 millones de dólares mediante crowfunding y tras lograr su meta, levantaron una serie de vallas metálicas en terrenos pertenecientes a la empresa American Eagle Brick.
No obstante, no todos los excombatientes tuvieron el mismo destino que él. Otros más viven en la calle, en la indigencia; su soledad los hace hablar de la guerra sin que lo pregunten y autocensurarse al recordar detalles de sus misiones. Otros veteranos más, ―los menos― exigen a Trump que detenga la guerra en la que recientemente se ha enfrascado con Irán y buscar caminos diplomáticos para lograr acuerdos.
Alyssa Picard: Mi tío fue reclutado para la guerra de Vietnam. Sirvió durante dos meses y comenzó a usar heroína para lidiar con matar gente. Fue expuesto al Agente Naranja, fue deshonradamente dado de baja, y murió de una sobredosis en enero de 1981. Tenía 28.
Treesome Lei: Mi primo fue hospitalizado durante meses después de sus giras en Irak. No puede funcionar correctamente sin un montón de medicinas diariamente. La familia no le permite dormir en la casa porque es impredecible. Duerme en el cobertizo de atrás. Él tiene un buen Benz así que, ¿yay?
Joe Sheridan: Mi padre contrajo polio mientras servía en el extranjero durante la guerra de Corea. Pasó el resto de su vida en una silla de ruedas. Se convirtió en un marido y padre abusivo y bebió hasta la muerte a la edad de 61.
Melociraptors: Mi mejor amigo se unió al ejército buscando un propósito mayor, pero solo ha descendido más en el alcoholismo y la enfermedad mental. Ni siquiera ha visto combate. Hay algo muy malo con las imágenes del heroísmo que el ejército anuncia a estos jóvenes impresionables.