Más allá del primero de julio

César J.G.

Vigilar.tr. Observar algo o a alguien atenta y cuidadosamente.

No importan ya las cifras históricas de votación que se registraron en 2018. No importa ya el margen con el cual el candidato puntero de aquel entonces se hizo del cargo de elección popular más codiciado en las esferas de poder. Mucho menos importan ya las promesas y las esperanzadoras pugnas cantadas.

Hay quienes esperaban que el candidato de 12 años diera signos de lucidez al convertirse en presidente de México. El periodo de transición nos hizo ver que todo iba en serio, que los votos por fin nos harían justicia.

El primero de diciembre todavía pudimos ver cómo la verdad ―que no la justicia― alcanzó al expresidente Enrique Peña Nieto frente a sus copartidarios en el Palacio Legislativo de San Lázaro. En tanto, la gente respaldó al nuevo jefe del Ejecutivo federal vitoreándolo en las calles, celebrando en el Zócalo y creyendo plenamente en todas y cada una de sus palabras.

Con el tiempo, la situación cambió y las conferencias matutinas ―aplaudidas desde su gestión como jefe de Gobierno de la Ciudad de México― se convirtieron en un espacio de pluralidad a modo, pues seudocomunicadores se dan cita y hacen preguntas alejadas de lo que marca la agenda nacional.

A ello, le siguieron los recortes presupuestales en las dependencias de Gobierno, mismos que se resintieron bajo el argumento de que se eliminarían puestos y plazas que no fueran necesarias. Si bien el hecho de trabajar en gobierno era visto anteriormente como un símbolo de tener la vida resuelta, ahora es distinto.

Despidos injustificados o en los que obligan a los trabajadores a firmar su baja fueron reportados en instituciones y secretarías. La inoperancia de las dependencias se puso en boga ante el bajo presupuesto otorgado sin estudios reales y evaluaciones de los programas y proyectos que se tenían desde la gestión anterior.

Aunque todos los rubros fueron afectados, los recortes a la Cultura han pesado más. La Secretaría de Cultura se vio en aprietos por dinero desde el inicio de la gestión y las protestas no se hacen esperar puesto que tan solo en cultura, el tijerazo es del 20 por ciento. Esto provoca que becas para creadores en rubros como la ciencia y las artes se vean truncadas por una política que no explica qué hará con tanto dinero.

A pesar de que Jesusa Rodríguez y otros políticos critican las becas a creadores calificándolas como «dádivas», los artistas están dando muestra de cómo sus proyectos pudieron ver la luz gracias a los apoyos del Estado, que tiene la obligación ineludible de proporcionar los recursos que sean necesarios para garantizar la ejecución, planeación y divulgación de los proyectos emprendidos.

La SEP, por su parte, es una de las dependencias más maniqueas que hay en la actual gestión. Esteban Moctezuma parece no tener iniciativa ante los conflictos que se han presentado en su rubro. La CNTE incluso prefirió solicitar una reunión personalmente con el presidente antes de lidiar con el secretario de Educación.

El mismo secretario fue incapaz de levantar la voz ante el recorte a las universidades públicas y fueron los estudiantes y profesores quienes la alzaron para exigir que se corrigieran los presupuestos antes de que estos fueran aprobados. La SEP ha sido también incapaz de darle validez y prestigio a las universidades emprendidas por la actual gestión pero además, promueve la incursión de becarios en diversas empresas a fin de dotar a los estudiantes de habilidades para el campo laboral, pero, ¿cuál campo laboral?

AMLO defiende a capa y espada todos los recortes realizados, aun sin siquiera conocerlos. El caso más reciente de ello se dio ante la crisis que atravesó el IMER, cuyo despido de 200 trabajadores era visto como inminente y él no sabía de la situación, pidió revisarlo y horas más tarde, se depositaron poco más de 19 millones de pesos aún y cuando la directora de esta institución, Aleida Calleja, resaltó al inicio de su gestión que se requerían más de 34 mdp para que su estructura se mantuviera estable.

Todo lo anterior deja ver que el compromiso adquirido con el voto no queda expreso solo el primero de julio, sino que es necesario dar continuidad a las políticas establecidas. En la Cultura, la lucha está siendo continua y aunque cada rubro lucha por su propio presupuesto, eventualmente la exigencia se hará de manera generalizada.

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