Por: Moyocoyani
En el libro XII la Historia general de las cosas de Nueva España, fray Bernardino de Sahagún enumera ocho «presagios de desgracia» que anunciaron el fin del Imperio mexica a manos —después lo sabría el pueblo del sol— de los conquistadores españoles.
Si bien las fuentes coinciden en que estos tetzáhuitl (presagios) eran sabidos y ocurrieron antes de la llegada de los ibéricos, algunos estudios sugieren que dichos acontecimientos fueron narrados, escritos y adecuados tras la conquista para justificar la victoria militar y cultural.
Aunque los tetzáhuitl de Sahagún (también aparecen en los textos de Durán y Muñoz Camargo) hablan expresamente del estudio y creencias de los nativos, un suceso acaecido en la batalla de Centla dejó de manifiesto una similitud entre ambas culturas, además de legitimar —gracias a la ayuda divina— el avance de las tropas de Cortés por el territorio americano.
Muñoz Camargo y Bernardino Vázquez de Tapia narran que la batalla de Centla estaba siendo perdida por los ibéricos cuando «de repente salió un caballero vestido de blanco, salido de no sabe dónde», pero que causó la derrota de los indios.
Para Bernal Díaz del Castillo, la figura montada en un caballo (algunas versiones dicen que el caballo era blanco) era la de Hernán Cortés, misma que causó el temor de los nativos pues creían que equino y jinete eran un mismo ser.
Como sea, ambas versiones brindaron al ejército del conquistador la noción de ser elegidos para una misión celestial, ya que habría sido Dios —en la figura del apóstol Santiago mataindios o en la del propio Cortés— quien los llevó a la victoria, no solo en Centla, más tarde, también en la metrópoli mexica.
Principal promotor de la «Cuarta Transformación» en México, el presidente López Obrador ha visto en el combate a la corrupción su principal herramienta para legitimar no solo su gobierno, también cada una de las acciones emprendidas bajo su mandato, funcionen o no, necesarias o no.
Si el avión presidencial no se vendió es por culpa de la corrupción; si el Insabi no funciona es porque la corrupción del Seguro Popular era demasiada y aún no se limpia del todo; si la inseguridad continúa al alza es porque las administraciones pasadas se dedicaron a robar y descuidaron su responsabilidad con la sociedad. Más menos, las palabras del mandatario.
El ejército del presidente se siente pues —de verdad que eso esperamos— con la obligación (al menos en el discurso) de erradicar la corrupción de cada una de las esferas del país y para conseguirlo están luchando desde las trincheras más poderosas a su cargo, Secretaría de la Función Pública y Unidad de Inteligencia Financiera, aunque sus miras apunten tan lejos que varios enemigos parecen haberse colado en casa.
Al igual que los hombres al servicio de Cortés, los llamados a dirigir la Cuarta Transformación parecen estar convencidos de ser los elegidos para cambiar la historia del país; que ante ellos se presentó el mesías (quizá también vestido de blanco) y los rescató de una derrota inminente; que serán, pues, ellos quienes conviertan el país en el sueño de cada mexicano y sienten las bases de la nación primermundista que algún día se nos prometió.
En una versión más realista, como aquella de Bernal, el triunfo electoral de Obrador correspondió al hartazgo y exigencia de 30 millones de mexicanos, quienes decidieron algo diferente. No fue él —mucho menos su gabinete— quien dirigió la avanzada contra la corrupción, fue el pueblo, ese que ahora exige resultados.
Para el historiador Christian Duverger no fue Díaz del Castillo sino Hernán Cortés quien escribió la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de ser cierto, se entendería el porqué el cronista desestimó la aparición del apóstol Santiago y le atribuyó la hazaña al conquistador; habrá que esperar que alguien escriba la nueva historia verdadera de la conquista de México.