Desde la llegada de los españoles a tierras americanas, el Popocatépetl se convirtió en un testigo casi mudo de la caída del imperio Mexica. Hoy, a casi 500 años de consumada la conquista, sigue dando muestras de alerta, cual guardián que vela por los intereses de todo un pueblo, aunque este sea muy distinto del que convivió con él antes del arribo de los hombres blancos.
El hoy llamado Paso de Cortés, entre el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl, fue la última gran barrera que los conquistadores tuvieron que pasar para enfrentarse con la cuenca del Anáhuac y la ciudad de Tenochtitlán.
Aunque en los últimos meses Don Goyo parece querer conmemorar los cinco siglos dela llegada de los españoles, pues su actividad volcánica se incrementó de manera considerable, llevando el Semáforo de Alerta Volcánica a Amarillo Fase 3, dicha situación es típica de la Montaña que Humea, desde hace ya varios siglos.
El episodio épico del Popocatépetl
Quizá incentivado por las historias de caballería de la época, Hernán Cortés (en su cuarta carta de relación a la corona española) describió la hazaña que logró un grupo de conquistadores al subir a la cima del Popocatépetl para abastecerse de azufre, con el fin de fabricar pólvora y así alzarse con la victoria frente al pueblo Mexica.
Cortés no mencionó los nombres de los expedicionarios a la cima del volcán, pero quien sí lo hizo fue Bernal Díaz del Castillo, autor de la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España:
«Diego de Ordaz le tomó codicia de ir a ver qué cosa era (…) y los principales que consigo llevaba poníanle temor con decirle que luego que estuviese a medio camino de Popocatepeque no podría sufrir el temblor de la tierra y las llamas y piedras y ceniza que de él sale (…) Y aún estuvo ciertos años que no echaba fuego hasta el año de mil quinientos treinta y nueve, que echó muy grandes llamas y piedra y ceniza».
Bernal narra cómo Diego de Ordaz y dos soldados más alcanzan la cima del Popocatépetl, vislumbrando así la primera imagen de los ibéricos de la ciudad de Tenochtitlán, pero nunca se refiere al azufre con el que más tarde se ganaría la guerra.
Aun así, las escasas líneas escritas por Bernal y la casi fantasiosa historia que decidió creer Cortés fueron suficientes para inspirar el largometraje Epitafio, en el que se narra la travesía de Ordaz, en medio de cuestionamientos morales, nacionalistas y con deseos de riqueza.
La última erupción
La Montaña que Humea es un nombre ganado a pulso por el guardián y barrera natural de los valles de México y Puebla, pues el 18 de marzo del presente año despertó a su etapa más violenta, antes de eso, en diciembre del año 2000 fue la última vez que entró en erupción; sin embargo, son ya siglos los que la montaña no ha querido dormir y sus largas columnas de vapor y ceniza se convirtieron en una pincelada más del paisaje.