Mirada oculta al muralismo mexicano

Detrás de los tres grandes exponentes del muralismo mexicano se esconden nombres y obras de gran valía.

 

Mucho se ha escrito acerca de los grandes muralistas mexicanos, los cuales no solo marcaron una época clave para entender la historia del país, sino que se convirtieron en referentes inmediatos de una de las expresiones artísticas de México más vitoreadas en el mundo entero.

Para la mayoría de los mexicanos no son ajenos los nombres de Diego Rivera, José Clemente Orozco o David Alfaro Siqueiros, aunque la lista sea inmensa e incluya a personalidades como Aurora Reyes, considerada como la primera muralista del país.

Uno de sus trabajos más aclamados y con el que se abrió paso en un mundo conquistado por hombres es «La maestra asesinada», cuyo nombre se cambió tiempo después por «Atentado a los maestros rurales» y que adorna los muros del Centro Escolar Revolución.

La imagen (desgarradora) muestra a una maestra siendo arrastrada por un campesino, quien sostiene un puñado de billetes en una mano —con la otra la jala de los cabellos—, al tiempo que pisotea un libro; el mural se completa con la presencia de otro hombre que golpea a la maestra brutalmente con un rifle. Todo ello mientras dos niños y una niña observan la escena escondidos detrás de una columna.

A Reyes se le unen nombres como Rina Lazo, Elena Huerta, Marion y Grace Greenwood, Electa Arenal, Valetta Swann, Leonora Carrington, María Izquierdo y Fanny Rabel, quienes abordaron temas tan variados que van desde la ciencia, las luchas obreras y de clases, el anticolonialismo, la libertad de expresión y la Revolución cubana.

La historia de Electa Arenal ejemplifica a la perfección el papel que enfrentaron decenas de muralistas (hombres y mujeres) en el país que tuvieron que vivir a la sombra de los tres máximos representantes mexicanos; ella colaboró con Diego Rivera en la realización de los murales exteriores del Estadio Olímpico Universitario; además de ser parte del Taller Escuela Siqueiros y participar en los procesos de creación de los murales del Polyforum Cultural Siqueiros y de la Sala de la Revolución del Museo Nacional de Historia.

Aunque nació en México la mayoría de su obra se encuentra en Cuba, país al que Arenal se mudó atraída por los ideales de la revolución: «Canto a la Revolución», «Átomos y niños», «Revolución Cubana», «Infancia», «Maternidad» y «Palomas», son algunas de sus obras más memorables.

Electa Arenal murió en 1969 al caer de un andamio mientras colaboraba en la creación de un mural de Siqueiros.

 

Atraídas por los rumores de que en México se había gestado un movimiento artístico de gran envergadura, las hermanas Marion y Grace Greenwood llegaron en la década de 1920 al país y de inmediato comenzaron a plasmar en sus pinturas la inminente lucha de clases que ocurría en el país tras la revolución: «La industrialización del campo», «Trabajadores de todos los países, uníos» y «Los alimentos y su distribución por el canal de la Viga», entre sus murales.

Un caso similar es el de Valetta Swann, de origen inglés pero que se estableció en México para plasmar en sus obras «Sinfonía Cósmica» y «Las delicias» algunos de los aspectos más significativos del campo, la vida rural, las tradiciones y la cotidianidad de las mujeres.

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